La información se concentra en una base de datos única; permite el registro de bienes que datan del Paleozoico al siglo XIX.
Para la organización y clasificación del vasto universo que conforma el patrimonio cultural del país, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) puso en operación el Sistema Único de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos e Históricos, base de datos que permite la inscripción de los bienes culturales desde cualquier punto de la República Mexicana vía Internet.
Dicho sistema digital unifica criterios técnicos y académicos para el registro de los bienes culturales, información que antes se encontraba dispersa en bases de datos heterogéneas.
De esta manera, la inscripción de este patrimonio, una de las tareas sustantivas que lleva a cabo el INAH, se estandariza y concentra en un sistema amable, de fácil llenado, que dará cuenta de la existencia de cada bien.
La arqueóloga Silvia Mesa, directora de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos del INAH, informó que este esquema práctico de registro, creado por la Dirección General de Cómputo y Tecnologías de Información y Comunicación de la UNAM, integra datos de bienes muebles e inmuebles arqueológicos, históricos (coloniales y siglo XIX) y paleontológicos; restos humanos, de flora y de fauna; equipo de transporte histórico, manuscritos e impresos y fotografías.
Se trata de un instrumento de gran utilidad que sintetiza la experiencia del INAH, acumulada durante años en materia de registro, que permitirá tener un mayor conocimiento y control sobre el patrimonio cultural tangible.
Esta herramienta informática servirá también para la elaboración de diagnósticos sobre el estado de conservación de los bienes, establecer medidas para su protección y hacer una detección eficaz de piezas relacionadas con el tráfico ilícito, abundó la especialista.
Señaló que dado el enorme universo de patrimonio cultural que hay en México, su registro implica grandes esfuerzos; se calcula que en el país existen más de 42 mil sitios arqueológicos reportados, 11 mil inmuebles de carácter histórico, más de 200 mil objetos históricos de los siglos XVI al XIX; cerca de un millón 800 mil bienes muebles arqueológicos o correspondientes a culturas prehispánicas, a los que se suman poco más de 200 mil paleontológicos.
Así mismo, en este vasto patrimonio se incluye un millar de bienes relacionados con equipo de transporte marítimo y terrestre, cerca de cuatro millones de documentos bibliográficos (manuscritos, cartografías y artes gráficas), y aproximadamente 200 mil fotografías del siglo XIX.
Un cálculo más relativo se aprecia en las colecciones biológicas, que abarcan desde los restos humanos (cerca de 25 mil individuos y más de 9 mil cajas de material procedente de osarios), colecciones arqueozoológicas que suman aproximadamente 50 mil elementos, hasta los acervos arqueobotánicos que se acercan a las 20 mil unidades.
“La inscripción pública proveerá a cada uno de estos bienes de una especie de cédula de identidad, que antes se consignaba en libros; ahora se inscribirá mediante folio real, es decir, con un número de identificador único e irrepetible”, aseveró la arqueóloga.
Luego de referir que este año se prevé lograr la inclusión a este sistema de poco más de la mitad de los bienes culturales muebles e inmuebles del país, Silvia Mesa comentó que en 2010 se logró el diseño de las interfaces de captura para la inscripción de bienes muebles e inmuebles paleontológicos y arqueológicos, documentos y fotografías. De tal manera que ahora, desde cualquier punto del país, se puede hacer el registro vía Web, en la dirección www.registropublico.inah.gob.mx.
En la base de datos queda asentada la información de cada bien, como la cantidad (si es objeto unitario, lote, ofrenda o entierro o conjunto), tipo de objeto, forma específica, materia prima, técnicas de manufactura, técnicas decorativas, dimensiones, procedencia, filiación cultural, marcas físicas, nombre o tema con que se identifica al monumento, observaciones y fotografías.
Esta información se complementa con referentes históricos (antecedentes registrales, relevancia cultural) y de sus movimientos, es decir, si sufrió robo o extravío, si el monumento ha sido exhibido, restaurado, o fue obtenido por reintegración a la nación, domicilio o custodia, y datos que contribuyen al diagnóstico del estado de conservación o a las medidas para su protección.