A 65 años de haber egresado del Instituto Mexicano Madero, el Dr. Fernando López Rubio, médico cirujano con especialidad en otorrinolaringología, visitó recientemente la Universidad Madero para sostener una amena plática con el rector Mtro. Job César Romero Reyes, y el Mtro. Donaciano Alvarado Hernández, vicerrector de Desarrollo Institucional de la UMAD.
Acompañado de sus dos hijas, el doctor narró a los directivos maderistas algunas anécdotas que vivió cuando estudió en el entonces internado, donde –de acuerdo con sus propias palabras- obtuvo la formación, conocimientos y valores que lo llevaron a cumplir sus objetivos y ser un hombre de bien.
“Yo ingresé al Instituto Mexicano Madero en 1943 y me gradué de primaria en 1949. Mi padre era médico militar, mi madre doctora, y ellos por su trabajo no podían cuidarme en México, por eso me mandaron a estudiar aquí”.
Hoy a sus 76 años de edad, el Doctor López Rubio asegura que él y los otros 142 estudiantes que formaron parte de su generación, lograron hacer una profesión, formar una familia y llevar una vida recta, además de crear un núcleo de gran amistad entre todos los compañeros.
“El Madero fue mi segundo hogar, mi segundo padre era Don Francisco Cruz Aedo y mi segunda madre Doña Evangelina quien todas las tardes nos llevaba un pan con mermelada (…) Panchito era como mi hermano y en general todos los internos éramos una gran familia”.
Tras afirmar que el Instituto Mexicano Madero es una gran escuela, el Doctor Fernando recomendó a las nuevas generaciones que luchen por sus objetivos y aprovechen todos los conocimientos y valores que se brindan en esta institución de la cual guarda muy gratos recuerdos.










