Estoy seguro que si usted tiene más o menos mi edad, en infinidad de ocasiones habrá cuestionado el que la gente adquiera esos jeans que parece fueron ya usados por varias décadas o que se atoraron en la lavadora quedando en ocasiones como auténtica falda de hawaiana en época de crisis.
Tres de las casas de moda más conocidas de Italia fueron acusadas por no dejar de vender los «jeans asesinos», llamados así porque enferman y hasta matan a los trabajadores que los fabrican, en países pobres. Se trata de los vaqueros artificialmente desgastados, un efecto que se logra con varios métodos, algunos de ellos potencialmente letales.
El más utilizado es el más barato, y también el más dañino: el sandblasting o pulido con chorro de arena a presión en forma manual. Suele utilizarse arena natural, que tiene alto contenido de sílice, y esas partículas microscópicas son inhaladas por los obreros – por lo general, con mínima o nula protección -, lo que al poco tiempo les causa silicosis aguda.
Las partículas penetran en los alvéolos pulmonares y en el tejido conectivo, anulando en forma gradual la capacidad pulmonar y de oxigenación de la sangre. La dificultad para respirar, a medida que la enfermedad avanza, demanda un esfuerzo extra al corazón, lo que finalmente lleva a la muerte. Si los síntomas no son detectados a tiempo, con buena suerte la enfermedad se volverá crónica.
Cabe aclarar que las prendas tratadas con sandblasting no entrañan ningún riesgo para quienes las visten. Por otra parte, para el consumidor es casi imposible discernir a simple vista si el look desteñido fue obtenido mediante esta técnica, o con un proceso menos riesgoso.
Prohibido en la Comunidad Europea desde 1966, el sandblasting manual con sílice se desplazó a países sin regulación o con normas más laxas.
El escándalo se hizo internacional en 2008, a partir de la presión del Comité de Solidaridad con los Trabajadores del Sandblasting de Turquía.
Con una fuerte industria textil -alimentada por cientos de miles de obreros en negro, por lo común inmigrantes -, ese país es uno de los principales exportadores de jeans. En 2010 ya había allí unos 600 operarios textiles con silicosis, y 46 ya habían muerto.
En 2009, el gobierno turco prohibió el sandblasting , por lo que las empresas se mudaron a China, Bangladesh, Pakistán, India y Siria, que fabrican jeans para vender en países del Primer Mundo, donde esta técnica está prohibida. En Argentina habría al menos dos fábricas textiles que la emplean, para dos conocidas marcas de ropa.
A partir de la Campaña Ropa Limpia, muchas grandes firmas abandonaron este método. En Italia, Gucci y Versace se plegaron. Pero Giorgio Armani, Roberto Cavalli y Dolce & Gabbana no hicieron nada, precisó Deborah Luchetti, vocera de la campaña: «En los últimos siete meses, son las únicas empresas que se mostraron totalmente indiferentes».
Desconozco lo que sucede en México, pero valdría la pena investigar a fondo si los trabajadores de la industria del vestido, específicamente los jeans están expuestos a estos riesgos.
El jeans tal y como lo conocemos nació oficialmente en 1873 cuando Levi Strauss decidió patentar la idea.
Desde entonces hasta hoy, con algunas modificaciones de por medio, el famoso pantalón vaquero sigue siendo básicamente el mismo.
No importa si es recto o acampanado, si es a la cintura o a la cadera, si tiene partes rotas o está decolorado: su vida continúa siendo más o menos igual y comienza mucho antes de que las máquinas hiladoras conviertan el algodón en hilos y luego tejan su típica trama blanca y azul. La vida de un jeans comienza, como todo, en la tierra: primero hay que cultivar el algodón y para eso se necesita agua.
Consciente de ese consumo de energía, Levi realizó un estudio y descubrió que durante su vida útil (desde el proceso de plantación de la fibra hasta la etapa de lavado del pantalón), un jeans ocupa nada menos que alrededor de 3.480 litros de agua, lo que equivale a dejar abierta una manguera de jardín por 106 minutos.
Por eso, ideó la campaña Water Less, un método que disminuye entre un 28 y 96% el gasto de agua, utilizando un tratamiento de ozono que reduce la cantidad de lavados necesarios para suavizar cada pantalón.
Así que no todo son malas noticias, la fabricación de Jeans intenta por lo menos reducir el consumo de agua.
Reciban un saludo.
RAFAEL GARCÍA PLA