Aunque es arquitecto de profesión, David Camorlinga Tagle confiesa que el secreto para conocer la proporción de las formas, las texturas, pero sobre todo, de esos universos conectados con la imaginación, ha sido desde hace unos años la escultura.
«Creo que Antonio Gaudí fue uno de los creadores que nos mostró la manera como podía jugar con las formas orgánicas, siendo su obra una muestra entre la escultura y la arquitectura. Creo que en mi trabajo hay siempre un elemento mágico que me va dictando la manera como debo terminar una pieza, y eso es precisamente lo que me ha unido de manera tan fuerte con la escultura».
El artista presenta hasta el 5 de abril la exposición El dilema dicotómico de la escultura y la creación, que reúne 20 piezas en bronce en el espacio de exposiciones de la biblioteca del edificio Femsa del Campus Santa Fe del Tecnológico de Monterrey.
Realizadas en bronce, las esculturas que integran la muestra han recibido los elogios de críticos especializados, entre ellos Avelina Lésper, quien las considera un vivo ejemplo de la calidad que están produciendo los creadores de la nueva generación.
«Para mí hacer escultura no acaba en el momento de crear las formas, sino que me involucro en cada fase. No me gusta acudir a las fundiciones a entregar mi trabajo y que me lo entreguen terminado, sino que muchas veces he tenido que acampar ahí hasta lograr la textura y los acabados que estoy buscando», explicó Camorlinga.
La veintena de piezas que integran El dilema dicotómico de la escultura y la creación tienen diversos acabados como el espejo y pátinas negras, plata, nitrato de plata, pátinas de oro viejo, laqueado y espejo martelinado.
Entre los títulos se encuentran: Hoyo en uno, Plegaria perpetua, Cruz, Arcángel, Vacivus M., Amándonos, Entrelazados, Guerrero, Alas, Arie y Desorden aparente.
A través de la escultura, el artista se ha percatado también de cómo la geometría adquiere una cualidad diferente a través de los materiales y las formas, siendo más un vehículo para la emoción de quien lo contempla.
«En mis piezas también hay una dualidad con figuras que se complementan, pero también entre el bien y el mal, de ahí el título de el dilema dicotómico, pues a menudo el creador se enfrenta a aquello que siente y a eso que puede expresar y transmitir».
Camorlinga afirma que sus diseños se conectan directamente con su estado de ánimo y a menudo, las ideas lo asaltan en los sitios más sorpresivos a partir de la observación.
«De pronto puedo estar en un restaurante y comenzar a dibujar alguna forma que, de manera misteriosa, llegó a mi cabeza u observar a una pareja en la calle y pensar que aquello que se desprende de ellos es lo que yo también quiero transmitir. Eso también influye en el acabado de una pieza, hay algunas que permanecen lisas con acabado de espejo y otras que demandan una textura que las vista».
Considera que la escultura en México ha mantenido por tradición, un estándar de calidad muy alto a través de las décadas, por lo que considera vital seguir abriendo espacios para esta expresión, al mismo nivel que se hace para otras vertientes de las artes plásticas.
«La escultura crea un vínculo muy especial con la gente que va más allá de lo intelectual y que toca el terreno espiritual y sensorial. Muchas personas no saben porque sienten esa necesidad de observar o tocar una pieza. A veces ni siquiera el nombre que le da el escultor es necesario, por eso el día de la inauguración no puse las plecas con los títulos, porque quería que los asistentes vieran las esculturas e imaginaran lo que quisieran».
El artista prepara próximas exposiciones en la Academia de San Carlos, en la Universidad Anáhuac, el Museo de Arte Moderno del Estado de México, así como en la Casa del «Indio» Fernández, entre otras.
El dilema dicotómico de la escultura y la creación, de David Camorlinga Tagle se presenta hasta el 5 de abril en el espacio de exposiciones de la biblioteca del edificio Femsa del Campus Santa Fe del Tecnológico de Monterrey.