Con el propósito de combinar las experiencias lúdicas y el contacto con las artes entre los niños de cero a seis años, así como impactar en la formación de adultos afectuosos que generen una mejor sociedad, se inauguró el primer Encuentro sobre Arte, Educación y Cultura para la Primera Infancia.
Al respecto, Susana Ríos, coordinadora nacional de Desarrollo Cultural Infantil, afirmó que se propone dar alas a la imaginación, la curiosidad y la expresividad de los más pequeños, esperando que estas experiencias tempranas en contacto con las artes echen raíces en la vida interior de niños y niñas para enriquecerla, de manera que se desarrollen como seres humanos sensibles, imaginativos, con una actitud creativa ante el mundo y que a lo largo de su vida conserven esa alegría de maravillarse.
Refirió que hace un año, el programa Alas y Raíces, comenzó a incluir actividades para bebés y preescolares, así como para sus mamás y sus papás, quienes han demostrado un interés creciente por acercar a sus hijos al teatro, a la música, a la cultura, a la narración oral, a la poesía y a los libros.
Al inaugurar este miércoles 3 de junio el primer Encuentro sobre Arte, Educación y Cultura para la Primera Infancia, ante artistas, educadores, especialistas, promotores culturales, talleristas y personas en general, Ríos Szalay agradeció el apoyo de la Escuela Nacional para Maestras de Jardines de Niños, de la Biblioteca de México y reconoció a los especialistas que participan en diversos temas compartiendo sus saberes. En particular, el trabajo de Eva Janovitz, coordinadora del encuentro, y del área de Primera Infancia de Alas y Raíces.
Por su parte, Eva Janovitz indicó que este es un sueño de antaño y lo más importante es encontrar el lugar y apoyo para realizarlo. Agregó que “es un encuentro en el que pretendemos darnos cuenta de cuánta gente está interesada, comprometida y esperanzada en que los que siempre han sido invisibles cada vez sean más visibles, que son los más pequeños”.
En este sentido la especialista convocó a disfrutar del programa, al tiempo de reiterar que espacios académicos, artísticos y culturales como estos aportan muchos ánimos para trabajar con calidad y compromiso, lo cual representa un primer paso.
Comentó que se desarrollarán temas como El papel del arte y el juego en los primeros años de vida (el jueves 4 de junio) y La experiencia y construcción del lenguaje en la primera infancia (el viernes 5).
Después, a las 18:00 horas, se realizarán talleres en el Patio de sala infantil, en los cuales se extendió el cupo a 50 personas, debido a la demanda de inscripción solicitada, en la que se abordarán temas como Los juegos y los juguetes para los más pequeños (jueves 4) y Las canciones, la literatura y los libros (viernes 5).
Cabe señalar que el sábado 6 de junio se llevarán a cabo dos mesas redondas, en el Patio de Cine, donde se analizarán los temas de La construcción de los espacios lúdico-artísticos para los más pequeños y La inclusión de la familia en los talleres y espectáculos con los más pequeños. Además de otras actividades que se desarrollarán a lo largo del día a partir de las 11:00 y hasta las 15:00 horas, para continuar con las reflexiones finales a las 16:00, así como la clausura del evento a las 18:00 horas.
Los niños y las niñas de cero a seis años
Ana Serrano, socióloga por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), doctora en Educación por la Universidad de Chicago y fundadora y directora del Proyecto DEI, habló sobre la importancia del afecto en el desarrollo de los bebés y niños en edad preescolar, así como la implicación de las neurociencias en ello.
Con un ejercicio de batutas, la especialista pidió a los asistentes que siguieran el movimiento con las manos, de acuerdo con el video proyectado. La idea era conectar a todos en el momento presente, poniendo a trabajar los dos hemisferios del cerebro.
Para explicar la importancia que tienen las relaciones afectivas con los bebés y niños de hasta seis años, indicó que gracias a las neurociencias se han encontrado hallazgos contundentes de lo que ocurre en el cerebro del bebé, incluso cuando todavía se encuentra en el útero de la madre.
El cerebro del bebé va evolucionando de manera secuenciada, al principio es un cerebro primitivo o reptiliano que está a todo lo que da, por lo que necesita de un adulto que lo contenga, que le dé seguridad de ser acompañado en momentos de necesidad.
Gracias a la compañía y al afecto de los adultos que rodean a un bebé, poco a poco despierta el pensamiento, la visión, el lenguaje y la autorregulación de la conducta, la cual no se da sola, sino por acompañamiento y tiene que ver con la madurez.
De acuerdo con las neurociencias, un bebé no necesita conocimientos, pues se ha comprobado que todos los mamíferos pasamos por una ventana de oportunidades, de despertar sensorial, por lo que se requiere de estímulos sensoriales para despertar. “Esto es algo que habla sobre todo de los cimientos que ocurren en el desarrollo de los niños y niñas de cero a seis años, los primeros años de vida”, aseveró Ana Serrano.
Asimismo, la especialista comentó que las escuelas tienden a observar solamente el hemisferio izquierdo, al enfatizar el aprendizaje de letras, matemáticas, pensamiento abstracto; olvidándose del hemisferio derecho, más relacionado con el lenguaje no verbal, el afecto, las emociones. Es decir, se le habla a medio niño, dejando de lado, sus necesidades básicas evolutivas.
Los cimientos tienen que ver con el pensamiento, el movimiento y el lenguaje, los cuales van de manera ascendente gracias al acompañamiento de un cuidador afectuoso que es determinante. Además de dos procesos complementarios que son la regulación de la conducta y la salud.
Ana Serrano afirmó que el afecto es una condición para el desarrollo cognitivo, “un abrazo enciende el cerebro del bebé, funciona como un switch, si no lo recibe se queda apagado. El cerebro es muy vulnerable, ya que los cuidados lo potencian y el descuido lo daña de forma importante”, subrayó la especialista.
Por otra parte, señaló que igualmente se ha comprobado que los cerebros entran en la misma frecuencia de onda, en este caso los cerebros de la mamá y el bebé se conectan como un bluetooth, los niños lo sienten, es vibracional y esta conexión empieza a disminuir a los siete años de edad.
La falta de afecto, negligencia, abandono, falta de mirada, literalmente, dañan el cerebro, generan angustias que pueden terminar en estrés tóxico, dañino para el cuerpo y en casos extremos afecta la estructura y a las funciones cerebrales.
Por esta razón es importante que papás y mamás se hagan responsables y regulen su propio estrés para cuidar a sus niños, ya que ellos lo detectan afectando también el desarrollo evolutivo del cerebro infantil.
Un niño tiene derecho a tener ambientes de alegría y buen humor, si vive en amargura aprenderá eso. “Si queremos una sociedad mejor, invirtamos en la infancia desde cero a seis años, así como desde el embarazo. Hablemos el mismo idioma que el cerebro infantil en evolución”, manifestó Ana Serrano.