Un ejemplo de unidad
Paradójicamente lo que para unos representa la derrota, el fracaso y el acabose de una trágica, manipulada y fraudulenta elección electoral, para otros significa que, de cualquier modo, se contribuirá a lograr el crecimiento de un país a través de la unidad, el respeto, el diálogo y el trabajo conjunto.
En ocasiones en que la mayoría del electorado no favoreció la propuesta de algún aspirante a un cargo popular, a pesar de las circunstancias, de la competencia y del posible ventajismo que pudiera haber existido en los tiempos de campaña, la decisión de continuar luchando junto con la plantilla ganadora para beneficio de los ciudadanos, es otra opción.
Son los polos opuestos ambas realidades, para los primeros, el no obtener la victoria el día de la elección significa hasta el fin de una trayectoria política y profesional, mientras para los segundos comienza otro nuevo reto, el de continuar aportando ideas, opiniones, y por qué no, dándole seguimiento y hasta ejecutando proyectos y programas propios junto con las autoridades electas.
Todo depende siempre del cristal con que se miran las cosas y de los intereses más íntimos que conducen a los actores políticos, quienes en ocasiones son movidos por la ambición, el poder y el orgullo dejando de lado todo lo que conlleva el «servir a un pueblo», con humildad, honestidad y transparencia, con el arduo trabajo en los diferentes ámbitos que conforman al país y que lo impulse al progreso.
Es aquí en donde se diferencia un buen político del resto de los aspirantes superficiales, como lo hemos atestiguado los mexicanos en varias contiendas electorales o como sucedió recientemente en Venezuela, donde el ex abanderado de la Mesa de la Unidad Democrática, Henrique Capriles Radonski ante el triunfo de Chávez se pronunció por la unidad y el respeto a todos.
Tras haber desempeñado un destacado papel como fuerza opositora en los meses de campaña y haber conseguido que casi la mitad del electorado venezolano apostara por su proyecto, reconoció el triunfo del presidente reelecto, Hugo Chávez de forma pronta, sin disturbios ni negativas, sin exigir recuento ni mucho menos asegurar que hubo fraude y compra de votos.
Por el contrario, Capriles agradeció el apoyo brindado a sus más de 6 millones 500 mil seguidores por su participación en la elección, la cual se desarrolló en medio de un clima pacífico, de respeto y democracia.
Además de que, como coincidió Chávez a través de su cuenta de Twitter después de haber sostenido «una amena conversación telefónica con Henrique Capriles» invitó a la unidad nacional y al respeto de sus diferencias.
Con lo que al tiempo de mostrar una actitud abierta y de verdadero gusto y vocación por el servicio público, ambos políticos reconocieron la legalidad, imparcialidad y autonomía en la labor realizada por el Consejo Nacional Electoral, como el órgano oficial que organiza y da fe de los resultados que arroje la jornada electoral.
Definitivamente los escenarios en que se desarrollaron las elecciones de México y Venezuela marcan diferencias sustanciales, no obstante cabe retomar la destacada actuación del ex abanderado de la oposición, Herique Capriles por su distinguido liderazgo, madurez y capacidad para seguir adelante trabajando en unidad por su país a pesar de la derrota.
Porque en México como en el resto del mundo ésta jornada electoral cívica y participativa, debiera ser tomada como ejemplo, no sólo por la aceptación de los resultados desfavorables en el conteo oficial, sino para que la oposición se mantenga activa, aporte de forma permanente a través del diálogo en un clima pacífico su crítica constructiva sobre los temas que conforman la nación.
Finalmente, un gobierno que trabaja en unidad y democracia, que mantiene un diálogo permanente con las diferentes corrientes políticas, sociales y culturales del país y que además está en contacto directo con la ciudadanía en general, impulsa al país a ser moderno, plural, equitativo y apto para el desarrollo y la competitividad a nivel internacional.