René Sánchez Juárez
Al presidente Felipe Calderón le quedan aproximadamente cinco meses de gestión en el gobierno federal, con lo cual ya podemos ir haciendo un balance en cuanto a lo prometido y cumplido en esta segunda administración panista.
Después de una accidentada toma de protesta, su poca legitimidad lo orilló a tomar decisiones apresuradas, como la de emprender un ataque frontal a la delincuencia organizada, no podemos decir que dicha acción haya sido equívoca, ya que es obligación del Estado defender la vida y la propiedad privada de los individuos que han acordado vivir en sociedad; sin embargo, la acelerada acción sin una estrategia fundamentada provocó que se desatara la violencia de forma exponencial, lo que a cifras oficiales van más de 60,000 muertos entre delincuentes y oficiales; lo más preocupante son los «daños colaterales».
En su mediática campaña electoral se autopromovió como el «Presidente del Empleo», que abatiría los niveles de desempleo y ofreciendo un salario que alcanzaría para adquirir la canasta básica; sin embargo, la realidad que vivimos es diferente, los salarios siempre están por debajo de los precios lo que incrementa la pérdida del poder adquisitivo de las personas, los empleos precarios sin seguridad social, programas sociales asistencialistas, una economía «changarrizada», sin oportunidades para los jóvenes y una propuesta de reforma a la Ley Federal del Trabajo que atenta contra los derechos humanos y laborales de los trabajadores.
El aumento de los niveles de pobreza que está indicado por el INEGI y el propio CONEVAL, organismo público encargado de medir la pobreza, ahora con una nueva metodología la cual define a los «nuevos pobres», no necesariamente de ingresos o en situación alimentaria, sino en riesgo de serlo en cualquier momento. Con más de la mitad de la población en esta condición, es difícil pensar que tenemos un gobierno eficiente, pues sus programas como Oportunidades solo han servido como simples paliativos para combatir la pobreza y se han utilizado más como formas de clientelismo electoral.
En materia económica, la estabilidad macroeconómica está fundada en el control de la inflación y a mantener a costa de las finanzas públicas la estabilidad del peso frente al dólar. La economía macro no se refleja en términos micro; es decir, estabilidad económica a costa del bolsillo de los trabajadores consecuencia del control del incremento salarial.
La clase media que se ha visto mermada y afectada en su ingreso, sobrevive por las promociones de compra a «meses sin intereses» y se encuentra cada vez más endeudada y con menos poder adquisitivo. Nuestras reservas millonarias de dólares no han servido para mejorar la economía familiar, pero si nos sobra dinero para aportarle recursos al Fondo Monetario Internacional.
Calderón sin duda pasará a la historia como el Presidente que permitió el incremento de la violencia y la inseguridad además de no cumplir con los empleos que prometió y quien quiso mantener para su partido la Presidencia de la República interviniendo en el proceso electoral violando no sólo las leyes electorales a través de las campañas de miedo sino también reconociendo triunfos ajenos a costa de la pérdida de su partido.
La conclusión de los resultados del gobierno de Calderón la dieron los electores en la pasada jornada electoral. Un nada honroso tercer lugar que lo ubica a él y a su partido en la cruenta y dolorosa realidad que vive México.
El juicio de la historia sin duda no le será favorable.