Adagios y fugas, misas menores, música sacra, oratorios y cantatas, pianos, alientos y cuerdas, conciertos para dos violines, sinfonías tardías, música de danza compuesta para los salones de baile de la época, contradanzas, minuetos, danzas alemanas, así como la ópera La piedra filosofal, entre muchas otras, son algunas de las obras de Mozart que son poco conocidas.
“Alrededor del 10 por ciento de la obra de Wolfgang Amadeus Mozart (Salzburgo, 27 de enero de 1756-Viena, 5 de diciembre de 1791) es la que circula con mayor frecuencia entre el público”, destacó el crítico musical Juan Arturo Brennan en la conferencia El Mozart desconocido, ofrecida el miércoles 25 de marzo en el vestíbulo del Teatro de las Artes.
Como parte de Esto es Mozart. Festival Internacional, el Centro Nacional de las Artes preparó un programa de conferencias y proyecciones de cine para conocer más de la vida y obra de este compositor y pianista austriaco.
El público que se dio cita en el complejo cultural del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes tuvo la oportunidad de ahondar en la vida y obra de Mozart, a través de la narración y el acompañamiento de algunas obras contenidas en el catálogo de Mozart que compartió Juan Arturo Brennan.
La obra de Mozart, que consta de más de 600 creaciones, se encuentra catalogada en orden cronológico, siendo la colaboración de su padre fundamental en la elaboración, pues él podía describir la fecha y el lugar donde Mozart había escrito muchas de sus obras.
Compuso música para muchos instrumentos, sin embargo, a pesar de haber sido el organista titular de la corte del Arzobispado de Salzburgo, nunca compuso una sola obra para órgano de iglesia, únicamente compuso dos para órgano mecánico, una de ellas titulada Fantasía, la cual pudo ser apreciada por los asistentes.
Una serie de 16 sonatas de iglesia, que en su tiempo eran llamadas sonatas de la epístola, fueron escritas para ser tocadas en interludios instrumentales durante el oficio litúrgico de la misa; éstas son muy breves porque no hay mucho desarrollo formal pero poseen una estructura muy cuidada y no muy compleja, pues sirve para acompañar la meditación del feligrés sobre la lectura de la epístola.
Mozart también compuso dos obras para armónica de cristal, una de ellas un adagio y un rondó, compuestas para una virtuosa intérprete ciega de este artilugio Marianne Kirchgässner.
Una de las partes menos conocidas del catálogo de Mozart son sus letanías, arregló cuatro de ellas para ser tocadas y cantadas en litúrgicos vespertinos, como es la Letanía Loretana, en honor al culto de la Virgen María de Loreto, de Italia.
Toda la música sacra de Mozart fue escrita con un objetivo litúrgico particular. Para la Semana Santa de 1767, le pidieron que compusiera una pequeña música sacra, una música fúnebre para el santo sepulcro. Al sospechar que Mozart no era capaz de crear tales genialidades y que su padre era el que lo hacía, lo encerraron para comprobarlo.
Después de unas horas al salir de este encierro con la obra terminada, probaron que él era el que escribía, para entonces ya tenía 11 años de edad, en realidad Mozart comenzó a componer de forma magistral desde los cinco años.
Destacan más sus sonatas para piano solo, que para dueto de pianos, sobresale la sonata K448 en re mayor para dos pianos.
En torno a esta sonata, prevalece la teoría científica llamada efecto Mozart. Arturo Brennan, explicó que “de acuerdo con la teoría y práctica, la música de Mozart tiene características especiales como para provocar efectos medibles en fenómenos cognitivos, manejos espacio temporales, tratamiento y cura de ciertos males nerviosos psicomotrices, que se puede utilizar para abrir y lubricar los canales nerviosos del cerebro, con el fin de que fluya la información y el aprendizaje de una manera más rápida”.
Para Juan Arturo Brennan, la música de la calidad de Mozart no puede sino ser buena para el espíritu, el cual radica en el cerebro, en esa computadora: “Música de esta calidad algo tiene que producir”, remató el especialista.