Washington.- La decisión de profundizar lazos militares con países árabes del golfo Pérsico se traduce hoy para Estados Unidos en poder ampliar su presencia en una región convulsa, asolada por conflictos y la expansión del fundamentalismo islámico.
La víspera culminó en Camp David, estado de Maryland, una reunión del presidente Barack Obama con altos representantes de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Qatar, Omán y Bahrein, a fin de zanjar desencuentros.
Todo parece indicar que Washington logró calmar las inquietudes de sus aliados, ante situaciones como el programa nuclear iraní, el auge del autodenominado Estado Islámico (EI) y la crisis en Yemen, entre otros tópicos.
El asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Ben Rhodes, explicó que se pretende que esos países dispongan de unos sistemas antimisiles «mejor integrados» y que interactúen más entre ellos en cuestiones de defensa, así como en otros asuntos como la ciberseguridad y la lucha contra el terrorismo.
Trascendió que en las reuniones se abordaron la lucha contra los rebeldes hutíes en Yemen y contra el EI en Iraq y Siria, además de la situación de caos en Libia.
Una nota de la mansión confirmó la decisión de la administración Obama «de trabajar conjuntamente con los estados del Consejo de Cooperación del Golfo para contener y enfrentar una amenaza externa a la integridad territorial de cualquiera de esos países».
Por su parte, el ministro de Exteriores saudí, Adel al Jubeir, confirmó en declaraciones a la prensa que Estados Unidos y los países del Golfo mantendrán otra reunión el año próximo para seguir las consultas.
Precisamente, la ausencia del rey Salman de Arabia Saudita reveló las contradicciones entre Washington y Riad, interpretado como un desplante por diferencias sobre las negociaciones nucleares entre el Grupo 5+1 (Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia, China, más Alemania) e Irán.
El miércoles, Obama se reunió con los príncipes Mohamed bin Nayef bin Abdelaziz -heredero del trono y ministro de Interior- y Mohamed bin Salman -titular de Defensa y segundo en la línea de sucesión-, quienes encabezaron la delegación del aliado de mayor peso en este grupo de naciones.
Obama destacó el jueves al término de la reunión que los líderes llegados a Camp David le expresaron su respaldo al acuerdo nuclear con Irán, siempre que sea «exhaustivo y verificable».
Explicó que las negociaciones con ese país no debe interpretarse como una sobrevaloración del peso de la nación persa en la región, aunque aclaró que el objetivo tampoco puede ser marginar a Teherán.
Advirtió, además, sobre lo peligroso de dar pie a una carrera de armas atómicas en la zona.
El diario The New York Times informó la víspera que Arabia Saudita y otros estados del golfo Pérsico apuntan a desarrollar programas nucleares para igualar las capacidades de Irán, similares a las que se le permita a Teherán tras la firma del pacto definitivo con las potencias del Grupo 5+1.