En el arranque de Ambulante Gira de Documentales, cineastas y especialistas concedieron entrevistas a los medios de comunicación para hablar de las producciones con las que participan y los ciclos que ayudaron a conformar y que enriquecerán este encuentro que se presenta en el Distrito Federal hasta el 21 de febrero.
Jean Michel Frodon, experto en la obra de Chris Marker, cuyo ciclo se presentara en la Cineteca Nacional, así como Sandra Rozental, directora de La piedra ausente y Sara Rafky, productora del documental Como sobrevivir una plaga, nominado al Oscar, coincidieron en que la gira Ambulante representa un foro humano y directo para entrar en contacto con el público.
Frodon, dijo que Chris Marker ha tenido una influencia absoluta en la experimentación de nuevos lenguajes para el cine, que fue un cineasta siempre ligado a los movimientos políticos del siglo XX y además a los cambios culturales que vislumbraba en la sociedad de su tiempo.
«Fue el primer artista multimedia en proponer los lenguajes visuales tal y como los conocemos hoy, además era un artista de campo, es decir, que no estaba encerrado en su estudio, sino que viajaba por muchos países para hacer su traducción personal de cada cultura».
Aseguró que Marker se dio cuenta antes que nadie de la llegada de la globalización y de la manera como los medios iban a transformar el mundo.
«Él fue un pilar esencial de la Nueva Ola Francesa a la que aportó numerosas propuestas, ya que era un apasionado activista político, un gran fotógrafo y escritor, pero sobre todo alguien con una vitalidad absoluta que incluso en sus últimos años de vida publicaba sus filmes en internet a través del portal Second Live».
Sobre la personalidad de Chris Marker, quien hasta el final de sus días evadió a la prensa e incluso cuando se le pedía una fotografía, él enviaba la imagen de uno de sus gatos favoritos, el especialista comentó que tenía mucho cuidado del poder de los medios de comunicación para transformar la percepción acerca de un ser humano.
«Sin embargo podemos saber mucho de su alma a través de sus películas, a veces como editor, a portando su voz en off, e incluso colaborando generosamente como editor, de hecho él nunca aceptó las definiciones totalitarias y por ello partía de diversas herramientas teóricas para construir nuevas realidades, a veces observando rasgos culturales, incluso adoptando el estilo de otros cineastas como Kurosawa o diseccionando las representaciones artísticas occidentales y orientales».
«En esta retrospectiva el público podrá constatar como Marker aborda en sus filmes desde el fracaso de los ideales políticos del siglo XX hasta la manera como cada historia se convierte en un tratado crítico para cuestionar las líneas establecidas del arte y la sociedad».
Por su parte, Sandra Rozental mencionó que el proyecto de La piedra ausente, abarcó más de 10 años y comenzó como parte de su tesis en antropología en la que se ocupó de la comunidad de San Miguel Coatlinchán y lo que significó para sus habitantes el traslado en 1964 de un gran monolito prehispánico al Museo Nacional de Antropología.
«Tuve la fortuna de acceder a material inédito de todo lo que significó la entrada de esta gran escultura a la ciudad de México, gracias a las filmaciones que me facilitó el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez»
Rozental está convencido de que el traslado del monolito en aquella época tuvo un contexto político muy fuerte e incluso despertó la polémica por la apresurada identificación de la escultura como el dios de la lluvia, Tláloc.
«En 1964 se le atribuyó esta identidad a causa del arqueólogo Leopoldo Batres, sin embargo con el tiempo otros expertos han dicho que se trata de una deidad femenina e incluso se habla que aunque el lugar donde se encontró está cercano al cauce de un río, la piedra no tiene grabada ninguna referencia al agua. Lo que es seguro es que hasta la fecha se necesita hacer una investigación más amplia sobre la zona, pues desde el siglo XIX no se ha realizado ahí ninguna excavación».
En este sentido, la antropóloga dijo que La piedra ausente es un documental que se realizó casi en coproducción con la comunidad de San Miguel Coatlinchán, y se trató de plasmar la pasión con que la gente del lugar sigue hablando del tema del monolito.
«De hecho cuando filmamos allá nos encontramos con que el poblado está lleno de réplicas del monolito, mucha gente lo sigue echando de menos, fue como si les quitaran un trozo de su identidad».
A su vez, Sara Rafsky, productora del filme Como sobrevivir una plaga, dirigido por David France y que actualmente está nominado al Óscar, recordó que en 1987 el vivir con el virus del VIH representaba para una persona el fin de sus días y la supervivencia promedio era de sólo seis meses.
«Mi padre falleció de sida hace 20 años y en cierta manera la cinta abarca un poco de su historia, él fue uno de los fundadores del TreatmentActionGroup (TAG) uno de los movimientos que logró mejores condiciones para quienes padecen de esta enfermedad y durante años de lucha lograron mejorar los tratamientos y el acceso a medicamentos.
Dijo que TAG es una de las agrupaciones más olvidadas de la historia reciente de los Estados Unidos aún cuando los cambios sociales que logró en muchos ámbitos, son de los más exitosos en Norteamérica desde la lucha por los derechos civiles.
«Para mi era muy importante narrar esta historia, porque como sociedad tenemos mucho que aprender sobre este movimiento que logro salvar a millones de personas».
Y agregó, «esta película funciona a nivel narrativo, es emocionante, cautivadora, pero también nos permite comparar el cambio de los tiempos. Hoy gracias a los tratamientos, el sida ya no es considerada una enfermedad mortal, pero hubo una lucha muy intensa para lograr estas condiciones y eso es algo que todos deben saber».