El Colegio Nacional refleja la intención del gobierno de la República de reconocer las contribuciones de destacados mexicanos en las áreas científica y humanística, donde ser miembro da la magnífica oportunidad de conocer personas distinguidas en otros campos del conocimiento que difícilmente me habría encontrado en mi vida, expresó el fisiólogo Pablo Rudomin, miembro del Colegio Nacional desde el 25 de febrero de 1993.
El investigador de 79 años de edad es uno de los neurofisiólogos de mayor prestigio en la comunidad internacional. Sus estudios han estado fundamentalmente dirigidos al análisis de los mecanismos del control central de la información transmitida por las fibras sensoriales en la médula espinal, y de cómo éstas se modifican durante lesiones centrales y periféricas, así como durante procesos de inflamación aguda.
Pablo Rudomin estimó que la institución fundada el 15 de mayo de 1943 reúne una serie de talentos que en un momento dado pueden expresar opiniones no colegidas. «El Colegio Nacional no es la Academia de Ciencias, aquí cada quien da su opinión a nivel personal».
El científico refirió que las cátedras que se dan en el Colegio son gratuitas, no se dan calificaciones, y la idea fundamental con éstas es difundir conocimiento que esté al alcance del público en general, aunque también hay encuentros muy especializados.
El fisiólogo precisó que uno de los criterios del Colegio Nacional para que alguien sea miembro de la institución, al menos en ciencia, es que sea un científico activo. «Una opinión mía que sé es compartida por muchos de mis compañeros científicos, es que no se trata de un simple reconocimiento sino que son investigadores que están generando conocimiento porque es muy distinto oír a alguien que se leyó todos libros y puede recitarlos perfectamente a alguien que está en la frontera, al borde del precipicio».
El miembro de The Third World Academy of Sciences, con sede en Italia, habló de las obligaciones que tiene como integrante del Colegio, como dar conferencias, participar en simposios, donde se agrupan profesionales de su especialidad, y en foros donde exponen todos los miembros del Colegio sobre distintos temas. «Esto tiene atractivo para el auditorio porque habla un científico, un literato, entonces mucha gente aprovecha esta mezcla. Debe haber una unión entre las humanidades y las ciencias, pues tan creadores son unos como los otros».
Pablo Rudomin compartió que a él en general le gusta mucho dar clase. «Para mis conferencias escojo ambientes de escuela de medicina y biología, pero no sólo voy a dar clase, me quedo un par de horas con ellos, sin sus maestros, a platicar de sus inquietudes, que si las drogas, los maestros, hay que estar abierto a esa discusión, he encontrado mayor receptividad en los estados. Que vengan tantos muchachos es muy estimulante».
Los miembros del Colegio Nacional mayores de 70 años pueden quedar exentos de dar conferencias, pero el miembro de la Academia Nacional de Medicina continúa impartiéndolas. «Si no, qué hace uno, a mí me gusta estar con los estudiantes, pelear con los estudiantes».
Recuerda cuando fue informado de su ingreso por el físico Leopoldo García-Colín y revive una gran emoción. «Nunca me imaginé ser miembro, mis acciones nunca estuvieron dirigidas a eso, hay gente que lo ha planeado toda su vida, yo nunca lo planeé, pero trabajas, conoces gente, luego llegan los reconocimientos, las personas te empiezan a ver de otra manera».
Sobre su discurso de ingreso comentó que su hijo Adrián, quien estudió cine, lo vio y lo destrozó. «Me dijo que tenía que ser atractivo a la gente, fuimos viéndolo paso por paso, qué se entiende que no, a quién está dirigido, sin más pretensiones que el que se entienda, la idea era pasar un mensaje, a mí no me gusta leer, me parece lo más aburrido de la vida».
En su opinión para que las actividades del Colegio Nacional lleguen a más personas hace falta más difusión, es necesario que las conferencias que se hagan fuera de la sede (Luis González Obregón No. 23) hacerles propaganda, que sean atractivas para los muchachos, por lo que las nuevas tecnologías son muy importantes.
Para el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 1987, la continuidad del Colegio Nacional radica en la calidad de quienes estén en ella, así como el respeto que el gobierno de la República ha tenido hacia la misma, «el colegio no es una institución politizada y cada quien a nivel personal da su opinión».
Respecto a la convivencia con los demás miembros del Colegio, señaló que las comidas con sus pares son estimulantes y el verlos le da mucho gusto. «El Colegio me dio la oportunidad de conocer a Alejandro Rossi por ejemplo, al mismo Octavio Paz, de otra manera no los habría conocido».
«Decimos que pertenecer al Colegio da longevidad. Es importante ir buscando la manera de que entre gente joven con obra ya consolidada para mantener vitalidad en el colegio, no dejar que envejezca, esa es una de nuestras preocupaciones, la otra es que ingresen más mujeres, indudablemente».
Finalmente indicó que una de las cuestiones que discute el Colegio Nacional es si los 40 miembros que integran a la institución son los suficientes. «En el caso de las ciencias que se han ido especializando sería deseable que hubiera más miembros, pero eso ya depende de otros factores, hay una discusión de cuál sería el número óptimo pero en eso no se pondrán de acuerdo, en una sociedad con tantas necesidades y cuestiones, por ello se ha tratado de tener un balance entre las humanidades y la ciencia», puntualizó.