Después de ocho días de intensa actividad, ayer viernes 1 de abril se clausuró oficialmente el 26 Festival Internacional de Cine en Guadalajara, el evento fílmico más importante en México y uno de los más relevantes en el ámbito iberoamericano.
Y de esto dan cuenta las cifras: 15 sedes, más de 200 filmes en exhibición –68 de ellos mexicanos y 13 provenientes de Israel, el país invitado-, más de mil 200 títulos presentados en el área de Mercado e Industria, siete secciones oficiales en competencia; siete galas de beneficencia, tres homenajes nacionales e internacionales –a la actriz Diana Bracho, al músico Manuel Esperón y al director español Fernando Trueba.
También destacaron una retrospectiva del cineasta alemán Werner Herzog; invitados de la talla de Willem Dafoe, Eva Longoria, Edward James Olmos y Guillermo Arriaga; una sección de cine de vampiros curada por Guillermo del Toro; espacios de formación y encuentro entre creadores y productores avalados por importantes certámenes como Cannes y Berlín; seis conciertos, exposiciones fotográficas y pictóricas, presentaciones editoriales, actividades al aire libre.
Lo que el público recordará del Festival Internacional de Cine de Guadalajara no serán los números sino las anécdotas buenas y malas, las películas que lo hicieron estremecerse, los momentos conmovedores, frustrantes y divertidos; los viejos y los nuevos amigos, y la nota más destacada surgida aquí.
En este sentido, si en 2010 uno de los momentos memorables del Festival de Guadalajara fue el vibrante concierto ofrecido por los rockeros de Café Tacvba en el Teatro Diana luego del estreno de Seguir siendo Café Tacvba, el documental que protagonizan; es probable que 2011 quedará grabado en la mente de los espectadores como el año en que el esperado estreno de la legendaria cinta El vampiro y el sexo –en la que aparecen varias mujeres desnudas del torso y el mítico luchador Santo-, fue cancelado por la protesta del hijo de El Enmascarado de Plata, quien argumentó defender la imagen de su padre para tomar esta acción.
2011 será el año que recibió la visita y que en México se exhibió la mayor cantidad de títulos -50, incluyendo su más reciente filme en tercera dimensión Cave of Forgotten Dreams del prolífico cineasta alemán Werner Herzog, considerado el padre del Nuevo Cine Alemán y un referente obligado del panorama fílmico mundial.
Pero 2011 también será mencionado como el año en que el compositor de la música de más de 500 películas mexicanas Manuel Esperón, no pudo presenciar el homenaje que le brindó Guadalajara pues falleció poco más de un mes atrás del inicio de este encuentro cinematográfico; y en el que Diana Bracho con la voz entrecortada, agradeció a su padre Julio Bracho por haberle heredado la pasión por el cine, y dijo que Dolores del Río era una gran estrella pero una pésima actriz.
2011 será visto como el año en que las redes sociales, sobre todo Twitter y Facebook, jugaron un papel fundamental para que los asistentes al FICG intercambiaran opiniones e impresiones sobre películas, compartieran sus publicaciones, se enteraran de los cambios a la programación, manifestaran su sentir sobre la organización y comentaran las fiestas tapatías.
Se pensará en este año como aquel en el que cintas como José y Pilar, sobre la vida en pareja del Premio Nobel de Literatura José Saramago; Hermano, de Venezuela; la animada Chico y Rita, de Fernando Trueba, y Pájaros de papel, del afamado conductor español Emilio Aragón, conmovieron a los asistentes a las galas del FICG. Sobre ésta última, el periodista del rotativo La Jornada Jorge Caballero, a quien se le puede encontrar en twitter como @mrbestia, comentó: “es tan buena que hizo llorar a una Bestia”.
Otro de los momentos conmovedores, compartido en Twitter por el colaborador de Reporte Índigo y Rolling Stone Arturo Aguilar, fue el término de la función de Morir de pie, cuando el reconocido actor Damián Alcázar, al borde de las lágrimas, felicitó a la protagonista del documental Irina Layevska, quien se encontraba en la sala.
En las funciones de las películas mexicanas en competencia, los espectadores presenciaron el llanto nervioso de Abimael Orozco, el niño protagonista Burros, cuando fue interrogado sobre su participación en la película; los aplausos al final de la proyección de Aquí entre nos, efectiva comedia protagonizada por Chucho Ochoa y Carmen Beato; las risas con los diálogos de los jóvenes personajes de Asalto al cine; la complacencia con las situaciones presentadas en Los inadaptados, cinta dirigida por Jorge Ramírez-Suárez, Sergio Tovar Velarde, Javier Colinas, y Marco Polo Contandse.
Y si hay un hecho que desde hace años hay que subrayar y que volvió a hacerse patente esta año en el FICG, es la aparición de destacados documentales mexicanos, que han apostado por el riesgo al abordar asuntos considerados tabú en otros medios, por la calidad e innovación en la propuestas visuales y por el reflejo de historias cercanas al público: desde el proceso electoral mexicano de 2006 hasta la pederastia infantil en la Iglesia Católica, pasando por el retrato de la sociedad salvadoreña en el contexto de su Guerra Civil.
Las competencias de largometraje iberoamericano, tanto de documental como de ficción, se caracterizaron por una variedad tanto de nacionalidades (España, Cuba, Colombia, Argentina, Perú, Venezuela, Brasil y República Dominicana) como de temáticas: el sexo como refugio, la intolerancia cultural, la soledad, el machismo, las crisis sociales, la falta de comunicación, los desórdenes mentales, etcétera.
Cabe mencionar que una temática compartida por varias películas participantes en el festival fue el contraste entre la vida sencilla (léase la de un campesino, un profesor haitiano, un autista o incluso un pueblo involucrado en una guerra por los recursos naturales) y el mundo moderno en las ciudades.
En las conferencias de prensa, en las que se presentaron, entre otros, el escritor José Agustín, el actor Daniel Giménez Cacho, la cantante Angélica María, la productora Bertha Navarro, el director Pablo Perelman y el destacado intérprete de También la lluvia, Juan Carlos Aduviri; hubo un punto en común: la necesidad que tiene el cine iberoamericano de tender puentes de intercambio artístico y comercial entre los países que conforman la región e incluso, con naciones fuera de ella. Pues al fin y al cabo, a decir de la productora de El laberinto del fauno y Rabia: “es absurdo que compartamos la misma lengua y que nuestras sociedades sean muy parecidas y no veamos nuestro cine por una cuestión de acentos”.
Esto fue parte del FICG26, que como cada año, repite la experiencia inolvidable de esta fiesta fílmica.