A un mes de campaña, Miguel Barbosa se ha negado a aclarar el origen real de los recursos millonarios con los cuales compró casas, edificios, terrenos exclusivos y camionetas de lujo. Esto porque sus ingresos legales -declarados por él mismo- son muy por debajo de sus gastos e insuficientes para explicar el despegue patrimonial que consiguió en tan sólo unos años.
Asimismo, se rehusa a esclarecer por qué mintió con toda intención en su declaración 3 de 3, al registrar bienes por debajo de su valor, asentarlos como “donación” cuando fueron adquiridos por él, ponerlos a crédito si los pagó en efectivo y esconder otras propiedades a nombre de sus hijos. Sus mentiras quedan evidenciadas al contrastar su declaración, con las escrituras públicas de sus transacciones.
Hoy, un medio de circulación nacional agrega a las evidencias que comprueban la corrupción de Miguel Barbosa, los estados de cuenta de su tarjeta de crédito. Estos registran compras del ahora candidato por 20 millones de pesos en 2015 y 2016, mientras sus ingresos legales fueron de apenas 3.6 millones de pesos.
Esto lleva a preguntarle al candidato, ¿de dónde sacó los millones de pesos en efectivo para cubrir en tiempo lo saldos de la tarjeta? Asimismo, resalta que el señor Barbosa insista en presentarse a sí mismo como austero, cuando gastó en Londres más de 385 mil pesos en tiendas de lujo en un sólo día, o desembolsó 276 mil pesos para hospedarse en el hotel más exclusivo de París.
La sociedad poblana merece que se le hable con la verdad. Documentos oficiales, estados bancarias y declaraciones patrimoniales comprueban la corrupción de Miguel Barbosa, la cual debiera ser sujeta de auditorías fiscales y patrimoniales por parte de las autoridades correspondientes. Es tiempo de que rindas cuentas y decir basta a políticos que sólo buscan su propio beneficio para seguir con su vida de lujos y excesos.