Pareciera ser que en el mundo moderno factores como el estrés y la contaminación son los eternos villanos del cuento que provocan cansancio, agotamiento, falta de aliento y palpitaciones entre otros muchos síntomas. Sin embargo, existen padecimientos que pueden confundirse con enfermedades, tan comunes, que hoy representan un problema de salud pública.
Es el caso de la anemia, una enfermedad que se cree es exclusiva de la pobreza pero que puede presentarse en cualquier estrato social, cuando la alimentación no es la adecuada, es así como la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, ENSANUT 2012, señala que la prevalencia de anemia sigue siendo un problema serio en México, especialmente en los niños menores de cinco años y muy en particular en los de 12-24 meses de edad, en los cuales, a pesar de que ha disminuido 16.6 pp en los últimos 13 años, aún se detectan prevalencias del 38%, que indican un riesgo elevado y la necesidad de reforzar acciones de manera urgente, ya que el padecimiento tiene efectos negativos sobre el desarrollo de la capacidad de pensamiento abstracto, matemáticas, resolución de problemas y el desarrollo del lenguaje cuando se presenta en niños menores de dos años. De no ser prevenida y atendida en este periodo, los efectos adversos resultan irreversibles.
Continuando con la estadística, la prevalencia nacional de anemia en niños preescolares fue de 23.3%, y en escolares, de 10.1% lo que representa a 1 661 761 escolares mexicanos con anemia, sin diferencias por sexo. El grupo de edad con mayor prevalencia fue el de cinco años para ambos sexos (18.9% niños y 17.8% niñas), misma que disminuyó progresivamente con la edad, a los 11 años 6.2 y 5.1%.
La prevalencia de anemia en niños preescolares del área rural fue 25.2%, no muy diferente del área urbana con 22.6%, esto representa a 586 806 niños preescolares anémicos del área rural y 1 497 933 anémicos del área urbana. Los varones del área rural 27%, tuvieron mayor prevalencia de anemia que los del área urbana 23.4%. No hubo diferencias en las mujeres del área rural y urbana. En los niños escolares la prevalencia de anemia no fue estadísticamente diferente en el área urbana fue de 9.7% y la rural del 11%.
Los números muestran que la anemia en los niños mexicanos ha tenido una disminución sostenida entre 1999 y 2012, sin embargo el no consumir alimentos ricos en hierro puede provocar anemia ferropénica, la forma más común de esta enfermedad.
El hierro es necesario para la producción de la hemoglobina, una proteína que se encuentra en los glóbulos rojos, y cuya función es el transporte de oxígeno desde los pulmones hasta las células del cuerpo. Los glóbulos rojos, para poder combinarse con el oxígeno, deben contener una cantidad suficiente de hemoglobina, y esto depende de los niveles de hierro que existan en el organismo.
Los efectos de la falta de hierro son más graves si se trata de niños pequeños, la anemia, en grados no muy severos, pero prolongados, puede afectar el rendimiento intelectual en los infantes. Los períodos más vulnerables al déficit de hierro son el primer año de vida, la pubertad y el embarazo, pero también afecta a las mujeres en edad fértil, porque la menstruación representa una pérdida importante de hierro. En los adultos, de acuerdo a estudios de la Organización Internacional del Trabajo, OIT, el rendimiento físico y mental disminuye hasta un 30%.
En los alimentos, este mineral está presente en productos de origen animal y vegetal sin embargo, alimentos como las fibras, u otros componentes de la dieta pueden afectar su absorción. Las lentejas, por ejemplo, tienen mucho hierro, pero conviene acompañarlas con un poco de carne, para aumentar la absorción. El hierro de origen vegetal se absorbe mucho mejor si está acompañado por hierro de origen animal.
Un factor que facilita la absorción es la vitamina C, por lo que hierro y cítricos son la perfecta combinación. Comer una porción de carne de alrededor de 200 gramos todos los días y complementarla con legumbres, espinacas, o huevo, ayudará a prevenir su deficiencia.
No se recomienda tomar café o té, después de las comidas ya que son inhibidores de la absorción, conviene tomarlos una hora de la comida.
• Las buenas fuentes de hierro incluyen:
• Las carnes: res, puerco, cordero; el hígado y otros órganos.
• Las aves: pollo, pato, pavo; el hígado (especialmente la carne oscura).
• El pescado y el marisco, incluyendo las almejas, los mejillones y las ostras, las sardinas, las anchoas.
• Los vegetales de hojas verdes de la familia del repollo, como el brócoli, la col rizada, el nabo verde y las acelgas.
• Las legumbres, como las habas y los chícharos; los frijoles y chícharos secos, como los frijoles pintos y los frijoles cocinados enlatados.
• Pan y bollos de harina integral con levadura.
• Pan blanco, pasta, arroz y cereales enriquecidos con hierro
Síntomas
Como ya se mencionó, los síntomas más comunes de la anemia ferropénica son: cansancio, agotamiento, falta de aliento (disnea) y palpitaciones (latidos irregulares). Los síntomas menos comunes son: dolor de cabeza, zumbido de oídos y alteración del sentido del gusto, dolor de lengua y dificultad para tragar (disfagia). También puede causar cambios de aspecto como son: tez pálida, lengua demasiado lisa, úlceras dolorosas en las esquinas de la boca y uñas secas, frágiles o en forma de cuchara.
Diariamente, una persona adulta pierde alrededor de 1 miligramo de hierro a través de la piel, mucosas, heces y orina. La mujer fértil tiene mayores pérdidas a través de la menstruación. Durante el embarazo existe un cierto grado de anemia causado por un aumento de la demanda de hierro por parte del feto acompañado de un incremento del volumen de sangre circulante. En los adultos la causa más frecuente suele ser la pérdida
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