«Un rasgo que distinguió a José María Pérez Gay es que se adelantaba a lo que iba a pasar. Su capacidad de novelar no se quedaba limitada a la página escrita. Imaginaba el futuro y lo narraba como si ya existiera en el presente», describe José Gordon, mientras recuerda cómo fue su acercamiento a José María Pérez Gay.
«Hace 20 años, José María Pérez Gay me planteó con entusiasmo su visión de lo que sería Canal 22: un espacio cosmopolita, plural, con las ventanas abiertas a lo mejor de la cultura mexicana, con las más arriesgadas series de la producción internacional: el Mahabharata de Peter Brook; las novelas de Charles Dickens; obras de teatro de Shakespeare; la mirada de Picasso.
«En sus ojos brillaba la pasión y el sueño, el deseo de compartir un mundo. Eso es lo que pasaba con Pérez Gay. Él ya narraba el futuro Canal 22 aunque todavía no existía del todo», relata el director y conductor de La oveja eléctrica, revista de ciencia y pensamiento, transmitida por Canal 22, en donde el periodista conversa con los más notables científicos contemporáneos.
El autor de Tocar lo invisible (1995); El libro del destino (1996); El novelista miope y la poeta hindú (2002); Revelado instantáneo (2004); El cuaderno verde (2007) y La Oveja Eléctrica y la memoria del universo (2013) rememora que algo que siempre identificó a José María Pérez Gay eran sus fascinantes conversaciones porque, además de los diversos y eruditos mapas intelectuales y artísticos que tejía, se gobernaban por la eficacia de un buen relato.
«Fabulaba, le interesaba lo literariamente brillante más que lo tediosamente correcto. Era novelista de tiempo completo. El arte se entreveraba con la realidad cotidiana a golpe de deseo. Tal vez por ello escribió ya casi al final de sus días: `Ninguna alucinación me ha inquietado, y me inquieta, tanto como la de confundir todas las voces, todos los textos, todo lo vivido´».
El escritor y conductor de la serie de cápsulas televisivas Imaginantes comentó que al autor de El imperio perdido y Tu nombre en el silencio siempre se le recordará como un hombre atento a la belleza y a la imaginación, elementos que retrató en sus obras.
«De pronto aparece un narrador que a golpe de deseo nos marca otras posibilidades tanto en la ficción como en la realidad. Ese es tal vez el milagro que buscó siempre Pérez Gay, un arte de la vida que sugiere las orillas de la eternidad y la memoria».








