Medianoche en París es la nueva cinta de Woody Allen, el film de apertura de la última edición del Festival de Cine de Cannes, su película más taquillera en los últimos 25 años. El guión de la historia es, probablemente, uno de los más ingeniosos de los últimos diez años en la filmografía de Allen, que hace una película por año desde finales desde 1969.
La pasión del director, nacido en Brooklyn, por temas mágicos y metafísicos ha sido perfectamente bien explotada en filmes como La rosa púrpura del Cairo, una de sus obras maestras, Alice, El beso del escorpión y Scoop: Amor y muerte, donde Scarlett Johansson, una aspirante a reportera recibe una noticia exclusiva de un reconocido periodista que está muerto…
Cada vez que Allen no está en pantalla tiene un alter ego, un actor que, a veces, logra captar el nerviosismo, la obstinación, la ansiedad que lo caracteriza. Desde Jason Biggs, Kenneth Branagh, Will Ferrell, etc., hasta Owen Wilson, un rostro reconocido por su rostro desencajado y a la vez atractivo a la cámara, protagonista de Medianoche en París.
Es el turno de Wilson de pasearse por París y vivir experiencias que solamente se experimentan en una ocasión, descubrir las pulsiones de una ciudad, sus habitantes, sus extranjeros, sus artistas; como en aquel otro memorable film de Allen, Manhattan, un tributo a la ciudad, a todos los que han pisado la burbuja del mundo, tan idílica como la burbuja fantasiosa de París.
Si hablamos de ciudades, quizá la única gran película sobre la ciudad del México urbanista, de la presunta transformación es Los olvidados de Luis Buñuel, un retrato brutal de desamparo, venganza y resentimiento que, sin embargo, tiene su dosis de surrealismo. En París Allen y Buñuel tuvieron un encuentro que es relatado en esta última pieza que estará en cines el 5 de agosto.
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