Lo bueno de los partidos entre equipos similares, igualados, planteados de la misma forma, con idénticos argumentos es que pueden resultar emocionantes, indecisos, imprevisibles. Y eso es bueno. Lo malo de los partidos similares es que pueden mostrarse como remakes permanentes, importando poco donde se desarrolle la secuencia: en un área o en la otra.
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Un churro salva la cocina