Como Jorge Lorenzo se resiste hasta en los días más negros, como en Motorland, en una pista fría, peleándose contra el viento y el maldito agarre de sus neumáticos, después de unos entrenamientos desastrosos en los que se las vio y se las deseó para ser tan rápido como lo eran las Honda o, al menos, su compañero de equipo Ben Spies, Casey Stoner espera a que el título caiga del árbol más pronto o más tarde como lo hace la fruta madura. Aguarda el australiano al día en que la corona de laurel vuelva a encumbrarle como el mejor piloto de la parrilla, pero debe hacerlo a golpe de victoria. No sea que, cabezota como es, el campeón de MotoGP se le acerque. En Alcañiz se le aproximó todo lo que pudo, que no fue demasiado, aunque fue más de lo que esperaba o de lo que decían sus tiempos del viernes y el sábado. Acusó Lorenzo un mal arranque de carrera y terminó sucumbiendo ante el salvaje Stoner, que tuvo suficiente con un par de giros de vértigo en los compases iniciales (suya fue la vuelta rápida, en el cuarto giro; además de la pole del fin de semana) y con tirar con todas sus fuerzas en la primera mitad de la prueba. Esta es su octava victoria. Y solo una calamidad le robaría un título que empieza a acariciar.
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Stoner lleva de cabeza a Lorenzo