
A decir de Santiago Carbonell, la belleza es una experiencia vital, pero fugaz: tras de sí se oculta una realidad dramática, así, en el proceso creativo se transita de la belleza al desencanto, título de su exposición que se inaugura el próximo 28 de septiembre, en galería de arte del Complejo Cultural de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), donde permanecerá abierta al público hasta el 22 de diciembre.
“Cada que empiezo un cuadro siento una gran emoción, una gran ilusión; después, cuando está terminado, viene el desencanto, la tristeza: quise que el cuadro fuera el más intenso, el más poético, el más bello, y apenas y rocé algo de eso…”, revela el pintor de origen ecuatoriano, nacionalizado español y radicado en Querétaro, México, desde 1986.
Heredero de la tradición Renacentista, en la que la técnica y el perfeccionismo son importantes en la obra, Santiago Carbonell revela que la figura y el rostro humanos son una constante temática en su obra, pues su interés, dice, es lo sutil, lo diáfano.
De la belleza al desencanto es una exposición de 25 piezas de gran formato, técnicas mixta/tela y óleo sobre tela, representativas de la evolución del artista en los últimos años, que será inaugurada el próximo 28 de septiembre en Galería de Arte del Complejo Cultural Universitario de la BUAP, donde permanecerá exhibida al público durante 86 días, y podrá ser visitada de lunes a domingo, de 10:00 a 19:00 horas.
En conferencia de prensa, Santiago Carbonell ubicó su obra en el realismo contemporáneo, cuya fuerza viene de la realidad visual, y en su caso –comentó-, sus obras “no son el resultado de la inspiración momentánea, sino de un largo proceso y tiempo de reflexión”.
Pintor de oficio, metódico, Santiago Carbonell despierta cada día a las cinco de la mañana, y después de sorber su café, se planta frente al lienzo: “cada día me despierto con muchas ideas, más de las que puede pintar, así que cada mañana comienzo a trabajar con ideas generales, después voy sacando el ovillo de la madeja”.
A lo largo de 32 años de trabajar con el lienzo y el pincel, considera que su obra ha evolucionado como “un devenir muy paulatino”. A la fecha, su producción asciende a cerca de 400 cuadros, en los que no ha buscado experimentar o captar el interior de cada rostro que pinta, ni develar el propio. Ceñido al realismo, dice, su obra es un espejo de la realidad visual.
En De la belleza al desencanto se reúnen 25 piezas, la mayoría cuerpos y rostros humanos, pero también cuadros emanados de las circunstancias: de sus viajes al Desierto del Sahara e India, por ejemplo, así como el tema de la violencia que hoy se vive en México.

