
La directora de la cinta ‘Asalto al cine’ Iria Gómez Concheiro, habló en entrevista sobre esta, protagonizada por Gabino Rodríguez, Juan Pablo de Santiago y Dolores Heredia, ha recorrido los festivales de Toulouse, San Sebastián y Sundance, y en el certamen cinematográfico de esta ciudad compite en Largometraje Mexicano de Ficción.
La cinta fue adquirida por la distribuidora internacional Shoreline Entertainment y espera su estreno en México. En entrevista, la directora, Iria Gómez Concheiro, habló sobre su película.
¿Cómo surge la historia de Asalto al cine? A partir de una nota de periódico cuyo título era ‘Asalto de película’, estructuré la historia que me interesaba contar, acerca de la necesidad de crear, en ciudades como la de México o cualquier otra de América Latina, espacios para los jóvenes que forman un sector totalmente abandonado, son vulnerables ante la extorsión y la represión; no tienen posibilidades para estudiar ni oportunidades de trabajo.
En mi experiencia como voluntaria en FARO (Fábrica de Artes y Oficios) de Oriente, me di cuenta que si los jóvenes tienen espacios en donde desarrollarse, manifestar sus aptitudes artísticas, o encontrarse con los amigos, cambia la forma en que ven y se relacionan con el mundo, disminuyendo con esto los índices de violencia y delincuencia.
Cuando Asalto al cine empezó a presentarse en los festivales, se dijo que la tuya era la película de los ninis (jóvenes que ni estudian ni trabajan) ¿Qué piensas de esto?
Creo que esa etiqueta sirve para notar la existencia de un problema pero nombrarla no es suficiente, hay que ir un paso adelante, hacer algo por resolverla. El asunto de la falta de oportunidades para los jóvenes siempre ha existido porque no ha habido políticas de Estado dirigidas a ellos, no es el interés fundamental de los gobiernos latinoamericanos.
¿El que, Asalto al cine se haya presentando en festivales de Europa y Estados Unidos, tendrá que ver con que el fenómeno de los ninis es de nivel global y no sólo regional?
Sí, yo creo que sí, lo mismo sucede en Europa, Estados Unidos, Asia y África; no se voltea a ver a los jóvenes porque se piensa que ellos pueden todo y simplemente son unos revoltosos; la realidad es que ellos buscan opciones para vivir pero no las encuentran, a pesar de ser el futuro.
Lo que creo que han valorado festivales como el Sundance, Toulouse y San Sebastián es que Asalto al cine no es una película que destaque la pobreza sino que habla de personas que tienen sus necesidades vitales cubiertas, cuentan con prestaciones sociales pero no pueden entrar a la universidad ni entrar a un trabajo, donde es necesario tener experiencia.
Otra de las cosas que considero llamó la atención de los festivales es que en esta película estamos saliéndonos del esquema de la victimización de los personajes, abordamos su problema desde un lugar ligero, viendo el mundo como ellos lo ven, con sentido del humor; aunque la película es un grito de denuncia, no pretendemos dar lecciones, queremos que el espectador saque sus propias conclusiones.
¿Cómo seleccionaste a los protagonistas de la película? Realizamos un casting entre 400 jóvenes para seleccionar a quienes interpretarían al Sapo, a la Chata y al Chale; el Negus siempre fue Gabino Rodríguez con el que empezamos a trabajar desde hace cinco años, tiempo en el que tratamos de levantar le proyecto dos veces, sin conseguirlo.
Me interesaba hacer una mezcla entre actores profesionales y noveles; tuvimos un taller intensivo de actuación para que todos los intérpretes tuvieran un mismo tono al recrear el universo de la película. Y el resultado fue muy bueno, porque el actor natural aportó mucha frescura al profesional y éste a su vez, brindó mucha disciplina y rigor al iniciante.
¿Qué aprendizaje te dejó la realización de Asalto al cine? Fue muy difícil levantar un proyecto, como es en toda América Latina, pero en todo este tiempo hubo una gran maduración del guión y de la concepción del mundo que quería retratar. Así, llegué al set con muchas certezas, seguridad, empatía e intimidad con los actores.
Yo quise meter una ficción en una realidad, no tratar de reasentar una realidad en una ficción; por lo que llegamos a filmar en los espacios naturales en donde le suceden las cosas a nuestros personajes. Para las escenas del tianguis -realizadas en el Tianguis de El Salado, Iztapalapa- no paramos su funcionamiento, nos esforzamos por alterar y estorbar lo menos posible el universo donde se filma la película porque para mí era muy importante no ofender a la gente de ese lugar.
Fue una experiencia muy fuerte ver que las personas se involucraban y ayudaban en la realización de nuestro trabajo; lo mismo pasó en la Unidad Guerrero, involucramos a la comunidad y recibimos de ella, nobleza, tolerancia y solidaridad.
¿Cuáles son tus planes y los de Asalto al cine? Estoy tratando de levantar dos proyectos en México y Colombia que escribí con Juan Pablo Gómez, el mismo guionista de Asalto al cine. Y con esta película vamos a los festivales de Houston y Varsovia; en Guadalajara estamos viendo si hay algún interesado para que pueda estrenarse lo más pronto posible en México; la distribución internacional ya la tiene Shoreline Entertainment, el agente de ventas de la película desde Sundance.