El investigador ha contribuido al conocimiento de la concepción del mundo y literatura de los pobladores del México prehispánico
La obra del historiador Miguel León-Portilla revela el pensamiento de los antiguos mexicanos e inaugura un estilo muy personal de acercamiento a los textos.
Defiende la autonomía de los pueblos indígenas y recoge poemas en sus lenguas. También ha contribuido notablemente a la comprensión de la filosofía náhuatl, estudiada en sus fuentes, la cual ha sido traducida a varios idiomas. Conaculta le rinde homenaje en el 85 aniversario de su nacimiento, que se cumple este 22 de febrero.
Miguel León-Portilla nos ha revelado, gracias a sus puntuales estudios, la concepción de los pobladores de Mesoamérica. Ha estudiado su lengua, su poesía, la logrado mostrarnos con plenitud de expresión la particularidad de la visión indígena; ha sido, al propio tiempo, defensor de la autonomía de los pueblos indígenas.
La valía de la trayectoria de Miguel León-Portilla ha sido reconocida por un sinnúmero de premios y distinciones académicas, entre las que destacan: Reconocimiento al Mérito Universitario 2007, por 50 años de labor académica 2007; el Premio Kalam Silvert (2006), otorgado por Latin American Social Studies Association (San Juan Puerto Rico), Premio Tlamatili (2005), de la Universidad Iberoamericana; Orden del Mérito Cívico, en grado de Gran Cruz, concedida por el Rey de España en 2003; Presea Estado de México 2001-José María Luis Mora, otorgada por el Gobierno del Estado de México (2002); así como el Premio Nacional de Ciencias y Artes, en Historia, Ciencias Sociales y Filosofía, en 1981.
También ha sido merecedor del Premio Bartolomé de las Casas, X edición, otorgado por el Gobierno Español en 2001; el Premio Internacional Menéndez Pelayo, otorgado por la Universidad de Santander (España), en 2001; el nombramiento como Caballero en la Orden Nacional de las Palmas Académicas, otorgado por el Gobierno de Francia en el 2000; el Premio Internacional Alfonso Reyes 2000, otorgado por la Sociedad Alfonsina Internacional, A. C., el Premio Universidad Nacional en 1994, y la Medalla Belisario Domínguez en 1995.
Miguel León-Portilla nació el 22 de febrero de 1926 en la Ciudad de México. Inició sus estudios en Guadalajara, Jalisco, y Los Ángeles, California, en esta última obtuvo el título de Master of Arts, con la mención Summa cum Laude.
En la Universidad Nacional Autónoma de México, en la Facultad de Filosofía y Letras, se doctoró en filosofía, dirigido por Ángel María Garibay, con la tesis titulada La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes. Ha aparecido después, en versión revisada, en traducciones al ruso, inglés, francés, alemán y checo.
Asimismo ha escrito Los antiguos mexicanos, La visión de los vencidos (traducida a quince idiomas), Literaturas indígenas de México y Tonantzin Guadalupe. Pensamiento náhuatl y mensaje cristiano en el Nican Mopohua (2001), entre muchos otros.
El autor de Visión de los vencidos ha recibido los Doctorados Honoris Causa de la Universidad Complutense de Madrid (España); Universidad de La Habana (Cuba); de la Pontificia Universidad Católica del Perú (Lima); de la Universidad State San Diego (California, EU); de la Universidad Iberoamericana (otorgado por las seis universidades del sistema educativo iberoamericano en 2002); de la Universidad Nacional Autónoma de México, de la Brown University, en Providence (Rhode Island, EU) y de la Université Toulouse Le Mirail (Toulose Francia), entre otros.
Miguel León-Portilla ha sido profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM desde 1957, director del Instituto de Investigaciones Históricas, miembro de la Junta de Gobierno de la UNAM, y actualmente es Investigador Emérito del Instituto de Investigaciones Históricas, con antigüedad desde 1957.
Ha impartido numerosas conferencias y pertenece, como consejero, al Instituto de Civilizaciones Diferentes, de Bruselas, Bélgica; a la Sociedad de Americanistas con sede en París, Francia; a la American Anthropological Association, a la Sociedad Mexicana de Antropología, a la Academia de la Investigación Científica, a la Academia Mexicana de la Historia (de la que ha sido director), a la Academia Mexicana de la Lengua, a la American Historical Association, a la National Academy of Sciences y a otras instituciones culturales mexicanas y foráneas.
Es asesor de la revista California History y fue coordinador de la Comisión Nacional del V Centenario 1492-1992.
El doctor León-Portilla es miembro de El Colegio Nacional desde el 23 de marzo de 1971. Su conferencia inaugural, La historia y los historiadores en el México antiguo, fue contestada por Agustín Yáñez.
En aquella ocasión, dedicó su alocución al «recuerdo de quienes dedicaron sus vidas al estudio del legado espiritual prehispánico», y recordó a sus ilustres maestros como don Francisco del Paso y Troncoso, don Pablo González Casanova sénior, don Manuel Gamio, don Ángel Ma. Garibay y don Alfonso Caso.
Rindió tributo a los hombres que, como Bernardino de Sahagún, participaron también en la empresa de rescate de nuestra tradición prehispánica: «…así los tlatóllotl y los glifos de los códices no se perdieron para siempre. El nuevo pueblo, en proceso de formación, tendría la posibilidad de conocerse mejor, reconstruyendo la imagen de esa porción de su ser que es lo indígena».
¿Cómo fue su acercamiento a la literatura nahua? -le preguntó el historiador Enrique Krauze en una entrevista publicada en El País, en 2001. Me cautivaban las preguntas que se planteaban en los cantares indígenas antiguos: me recordaban a los presocráticos. Y llegué a caer en lo que parecía una locura: hablar de un posible pensamiento filosófico indígena. Entonces le dije al padre Garibay: «Quiero averiguar esto».
Y me preguntó: «¿Usted sabe náhuatl? ¿No? Pues tiene usted que estudiarlo, ¡hombre!». Entonces me metí y pude, en unos ocho o diez meses, saber algo de náhuatl. En las lecturas que hacía me topé con el relato que Sahagún conservó acerca de la conquista. Y todo eso me fascinó. Y luego voy viendo que existen otros relatos en los Anales de Tlatelolco, y que hay muchos códices e imágenes de todo esto. «¡Qué barbaridad!», me dije: «¡Esto es una cosa increíble!».

Recordé entonces lo que Vasconcelos dice en su Breve historia de México: «Estos indios estaban tan mal que ni siquiera se dieron cuenta de lo que les pasó con la Conquista». Había que refutarlo. Y le dije a don Ángel María Garibay: «Pues vamos a publicar esto, vamos a publicarlo pensando en lo que es, la Visión de los vencidos, en el sentido de que no son sólo los vencedores los que escriben la historia». Y así lo hice. Se trata de una verdadera epopeya, como dice José Emilio Pacheco.