Sami Khedira era un hombre reflexivo, políglota desde niño, de aire intelectual, recordado en Alemania por la serenidad con que afrontaba los partidos. Quince meses en el Madrid le han transformado en un futbolista crispado. Su reacción en Valencia, donde fue expulsado por empujar a Ballesteros, retrató su nuevo estado de ánimo. Mourinho, su entrenador, le responsabilizó de la derrota ante el Levante (1-0) por caer «en la trampa del juego sucio».
Tomada de:
Frustrados por dentro y por fuera