“No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados” (Lucas 6:37)
Fue una multitud abigarrada. Imposible de calcular el número. Decenas de miles. Unas, participando -en una procesión que cumplió 20 años de recorrer varias calles del Centro Histórico- con cánticos y oraciones, pidiendo por la paz, la no violencia, por obtener un empleo para mejorar la economía familiar y que se acabe la carestía; otras, manifestando su fe y esperanza de que los problemas que afrontan lleguen a su fin y así concluya el viacrucis de su diaria existencia.
Así es la vida de muchos. Sufrimientos, tribulaciones. Otros, alegres, disfrutaron sus vacaciones dejando para otra ocasión algún destino playero –acaso por temor por los sucesos cotidianos- y se “descolgaron” a esta levítica ciudad, una de las más tranquilas de nuestro México, para observar tranquilamente –sólo recibieron empujones y uno que otro “pisotón”- el paso acompasado por tambores, cornetas y “matracas” de los caminantes que acompañaron a 5 de las imágenes más veneradas por los católicos no sólo poblanos sino de todo el país. Unos más “bajaron al Centro” como simples observadores de un acontecimiento que se da cada año para conmemorar lo que se ha dado en llamar vida pasión y muerte de Jesús.
Todo ello y desde luego la labor de pastoral que ha hecho desde su llegada el nuevo Arzobispo de la Arquidiócesis de Puebla, Monseñor Víctor Sánchez Espinosa, para que los feligreses retornen al camino de la fe en el Cristo Redentor, hizo que por momentos en el atrio de Catedral, el Zócalo y los Portales, fuera casi imposible dar un paso sin sufrir un empellón de quienes buscaban el mejor lugar en la enorme columna de romeros o para observar el paso de esa muchedumbre.
Y llegó la Pascua de Resurrección, signo de paz no de dolor, la celebración jubilosa de la Semana Santa, pero, como siempre, hay quienes no recorrieron el CH. Ellos seguirán su vía dolorosa. Son los que perdieron sus fuentes de empleo en los gobiernos estatal y municipal, donde sus muchos años de servicio no han sido respetados por los nuevos funcionarios que llegados de otras latitudes, además de discriminar a los ex-burócratas, los califican como “corruptos” por el simple hecho de haber servido particularmente en la administración anterior. También hay quienes no sabrán lo que es un “calvario”. Ellos, los incorruptibles, ocupan uno de los espacios vacios con salarios que son cubiertos con lo que pagaban a casi 5 de los “corruptos”.
Por cierto que en el PRI también tienen lo suyo. Hace unos días sin más dieron “las gracias” a quienes con 28 y 25 años de servicio estuvieron en el área de seguridad. “Háganle como quieran, son órdenes del presidente” -Juan Carlos Lastiri Quiros- les dijeron.
No obstante, en el mundo que se mueve en medio de fenómenos climáticos y sucesos violentos, que también se viven en el país, con la Resurrección renace el amor, la fe y la esperanza de un mejor futuro.
“Pero a vosotros los que oís, os digo; Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen” (Lucas 6:27).