Con los ojos cerrados y música clásica de fondo, docentes de la Escuela de Artes de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), realizaron ejercicios de estiramiento y relajación para piernas, rodillas y brazos, movieron la cabeza de lado a lado, adelante y atrás.
Así dio inicio el curso de actualización Aproximación a la Metodología Dalcroze, que se imparte del 17 al 19 de agosto en esta unidad académica.
Carmen Andrade, docente de la Universidad Nacional Experimental de Táchira en Venezuela y ponente del curso, informó que el corazón de esta metodología “es convertir al cuerpo humano en un instrumento musical, es decir, que el estudiante exprese con su cuerpo y voz todos los elementos de la música, con el objetivo de que al tocar un instrumento, lo realice de manera fluida, natural y precisa”.
En danza y teatro permite incluir nuevas dinámicas, estrategias y elementos pedagógicos para revolucionar las clases e incluso esta metodología puede emplearse en los lugares de trabajo como oficinas, ya que “no se necesita un conocimiento amplio, sólo hay que dejarse llevar por la música”.
La académica indicó que los parámetros que emplea la Metodología Dalcroze son: el movimiento, elemento fundamental de trabajo, al igual que la voz para poder expresar una armonía musical; “sensibilidad auditiva y la audición interna para percibir el paisaje sonoro hecho por el hombre y la naturaleza, e improvisación, que desarrolla la creatividad del ser humano”.
La maestra Carmen Andrade guió paso a paso a los asistentes, invitándolos a sentir y disfrutar el movimiento, el cual está presente en cualquier momento y lugar.
Un factor primordial para la ejecución de las acciones fue la respiración, de pie o recostados en el suelo del auditorio Cuicacalco de la Escuela de Artes, tanto la inhalación como exhalación dieron pauta a la relajación.
Después los docentes hicieron un círculo para efectuar la presentación de su nombre en movimiento, con la finalidad de expresarse. Para hacer más dinámica la actividad, formaron dos círculos y llevaron a cabo la secuencia de cada uno de los nombres y movimientos de los participantes.
Este ejercicio permitió la integración, concentración, uso de la memoria, atención y realización de una coreografía.
Con una canción movieron el cuerpo al ritmo de la música y mostraron los matices de ésta, acciones suaves, bruscas, con fuerza, rapidez e imaginación, los docentes hicieron uso del lenguaje corporal para expresar un diálogo individual y en pareja, donde algunos fueron más expresivos.
Las demás ejercicios giraron en torno a la improvisación y maneras de expresión; mientras que en la parte de solfeo, se vio el pulso, acento, escalas e intervalos de manera sencilla, para disfrutar la música con la mente, cuerpo y espíritu.