La educación ambiental es prioridad en la transformación educativa, donde el modelo de transmisión de conocimientos ya se agotó. El conocimiento ya no es el objeto que se estudia, sino el material para formar personas con habilidades y valores; por eso la investigación en esta materia es fundamental, afirmó Sylvia Schmelkes, Coordinadora del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo Educativo de la Universidad Iberoamericana.
Durante su participación en el Segundo Congreso Nacional de Investigación en Educación Ambiental para la Sustentabilidad, que se realiza en la BUAP, expuso que la investigación educativa es la fuente más importante de los cambios en la educación, porque a través de ésta nacen nuevos conocimientos para la transformación de qué y cómo enseñar.
Lamentó que la información derivada de las investigaciones tarde mucho tiempo en llegar a los educadores, y aún más tiempo en su aplicación en la práctica.
En la conferencia magistral “Investigación educativa: orientación, rigor, difusión, uso”, indicó que en México existen sólo 500 investigadores educativos registrados en el Sistema Nacional de Investigadores y el Consejo Mexicano de Investigación Educativa A. C., mismos que representan el 0.3 por ciento de los 1.5 millones de docentes que hay en México, lo que es una cifra insignificante tomando en cuenta los hay en otros países.
Lo anterior, explicó, se debe a que los investigadores mexicanos no se enfocan sólo en esta actividad, sino que además realizan múltiples actividades para completar sus recursos, “porque el salario de un investigador es poco decoroso”.
A este factor se adiciona que en el país sólo se destina el 0.4 por ciento del PIB a la investigación, cuando la legislación señala que debería de ser por lo menos del uno por ciento.
“Además los institutos de investigación de las universidades ya no tienen el monopolio de la investigación, ahora ésta se genera en empresas privadas u organizaciones no gubernamentales”.
Estas instancias, a decir de la investigadora de la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México, generan aplicaciones que derivan en tecnologías y productos comercializables, con lo que advirtió se corre el riesgo de que el conocimiento se privatice y se convierta en mercancía, cuando éste es un patrimonio de la humanidad que debe compartirse”.
Otra de las causas de la poca proliferación de la investigación educativa, es el desaprovechamiento de datos cuantitativos que ofrecen instituciones como el INEGI, porque los estudiosos se avocan más a aspectos cualitativos. La educación, es una ciencia que pretende la transformación de la realidad; de tal suerte que la investigación educativa trata de entender mejor los procesos que conducen a dicha transformación, finalizó.