No sé de quién es este hermoso concepto: «Ser las manos de Dios». Pero definitivamente debemos aplicarlo a la tremenda problemática del medio ambiente, si queremos que nuestro Planeta -y nosotros mismos junto con él- se salve.
Seremos las manos de Dios si nos avocamos a reinstaurar la cultura de la vida, en lo que tanto insistía nuestro Papa mexicano, el tan querido Juan Pablo II, la que por supuesto se basa en el amor, por lo que igualmente le corresponde la designación de cultura del amor.
La madre Teresa de Calcuta, tan querida y admirada por todo el mundo, claramente lo dijo al referirse a la causa de todos nuestros problemas, entre ellos también los del medio ambiente: «Lo que falta en el mundo no es dinero, lo que falta es amor». Y en otra ocasión (febrero de 1994), en un discurso público, afirmó: «Si aceptamos que una madre pueda matar a su hijo (aborto), ¿cómo podemos decirle a otros que no se maten?» Insistiendo que también esto es consecuencia de que no hay amor.
Dios podría de un plumazo poner orden en la Naturaleza, en la humanidad, podría quitar de la faz de la Tierra todo aquello que atenta contra la vida, pero Él quiere que nosotros lo hagamos, que nosotros seamos sus manos, que, a través nuestro, se logre superar todos los problemas. Es urgente que esas manos actúen en forma eficaz y con resultados, que logren hacer a un lado todo aquello que se oponga a su acción.
Debemos lograr que vuelva la ética al mundo de los negocios y a la política, que los valores vuelvan a ser la norma de la sociedad, que los políticos busquen el bien común y no sus intereses personales o partidistas, que los diputados y senadores ya no pongan trabas y zancadillas al Ejecutivo, sino que entre todos se logre sacar adelante a nuestra Patria.
Recordemos que Su Santidad Benedicto XVI, cuando la crisis económica mundial que se inició en EUA, sacudió a todos los países, siendo México uno de los que mejor salió librado, pero de la cual no acabamos de recuperarnos, amenazando ya una nueva crisis por parte de EUA nuevamente, pero también por parte de la Unión Europea, por la situación crítica de Grecia, Italia España, recordemos que claramente aclaró que la crisis había sido consecuencia de los grandes movimientos financieros realizados sin ética, es decir, negocios chuecos, sucios, en los que empresarios sin escrúpulos se enriquecieron aún más a costillas de todos los demás.
La cultura de la muerte ha avanzado mucho, a tal grado, que Su Santidad Juan Pablo II llamó a América «el continente de la esperanza en la reevangelización del mundo», descristianizado por las mafias izquierdistas que se han encargado de esto.
Nos toca a México y a los demás países de América esa misión para recuperar los valores, que la verdad, la justicia y la libertad auténtica vuelvan a regir los destinos del mundo.
Nos toca a los mexicanos ser la mano de Dios para rehacer el mundo, salvarlo de la ruina, restaurar la Naturaleza, que el medio ambiente se recupere y que los cambios climáticos no sigan aumentando en gravedad, en perjuicio de tantos inocentes, disfrutando los culpables, por lo pronto, sus riquezas, ganadas indebidamente, que después también será victimas de lo que ellos mismos provocaron.
Es por eso que si queremos salvar a nuestro Planeta y con él a nosotros mismos, y triunfar en la lucha por el medio ambiente, tenemos que reinstaurar la cultura de la vida, en lo que tanto insistió nuestro Papa mexicano, el tan querido Juan Pablo II, porque ella se basa en el amor; es, sin lugar a dudas, la cultura del amor, opuesta totalmente a la que se empeñan en imponer las mafias de izquierda, la cultura de la muerte.
Qué gran honor poder ser las manos de Dios para salvar a nuestro planeta Tierra y al medio ambiente sobre él; lo que realmente es muy sencillo, basta con reinstaurar la cultura de la vida, recuperar nuestros valores tradicionales, volver a colocar a Dios en el centro de nuestras vidas públicas y privadas, superar la ambición, la soberbia y la corrupción, elementos inherentes de la cultura de la muerte, que con sus armas preferidas de la mentira y la calumnia, así como con la corrupción, quiere imponerse.
«Donde hay Bosques hay Agua y Aire puro; donde hay Agua y Aire puro hay Vida.»
Klaus Feldmann Petersen
